• información

últimas páginas

~ el blog más inútil

últimas páginas

Publicaciones de la categoría: J. P. Donleavy

EL HOMBRE DE MAZAPÁN – J. P. Donleavy

23 Viernes Ene 2009

Posted by montsev in J. P. Donleavy

≈ Deja un comentario

Etiquetas

El hombre de mazapán, J. P. Donleavy

 

[páginas 440-442]

CAPÍTULO 31

La noche despierta. Escucha el viento está soplando fuerte. Mi cama está tan caliente. Cierra la ventana, las cortinas temblando. Mi sueño estuvo lleno de lamentos. Pero la fina piel blanca de las patatas nuevas lavadas en arcilla y los guisantes grandes como dirigibles escondidos en las hojas y las yemas de sauce. Llevaba botas en una charca de ranas. Al final había una horda atravesando los campos con garfios y me fui nadando hasta el mar.

Me quito el frío de las manos frotándolas, golpeándolas para calentarlas. Creo que un poco de calentador eléctrico sería muy reconfortante. Listo, oportuno, dispuesto, rápido, así. Deprisa con el agua caliente por las cañerías antes de que las arranque por completo de la casa. Lavarme la cara es un gran alivio, y también los dientes. No me pondré la ropa interior, sino que me meteré en el traje desnudo. Cuando me muera quiero descomponerme en un barril de cerveza negra y hacer que la sirvan en todos los pubs de Dublín. Me pregunto si sabrá que soy yo.

Es bueno levantarse por la mañana temprano, vestirse y salir a caminar. ¿Dijiste que te hice nudos en la toalla, Mary? ¿Lo dijiste? ¿Es cierto? Dime, ¿es cierto? Que nos dan hijos por la ira de Dios. Por follar.

Bajo por las escaleras pasando la mano por la barandilla lisa, paro en el vestíbulo para oler el desayuno. Abro la puerta y salgo al viento fiero donde hay un débil sol en el cielo. Subo por la carretera, un largo y vacío gris. Tengo frío alrededor del cuello. Creo que estoy cansado de mi espantoso corazón. Pero no dejes que el frío se meta todavía, porque tengo que mantenerlo caliente aún durante horas. Ahora el puente. Describiendo una curva por encima de los trenes y sus vías. La hierba ahí abajo es negra. Desde aquí puedo ver ese tejado enorme. Y Mary, estoy de camino. Nunca pensé que volvería a ver esta elegancia, como el adecuado golpeteo de mi bastón sobre este puente. Es cierto que Percy fue muy amable al ayudarme. ¿Cómo estás ahora, Mary? ¿Todavía en la cama? ¿O levantada frente a mis lonchas de beicon? También hay tostadas. Teteras calientes. Este almacén necesita una buena reparación. Tengo que pararme y mirar por esas ventanas rotas y mugrientas y ver qué es lo que contiene. El sol está débil, Mary. Esta ciudad sufre el vacío. ¿Pueden estar realmente todos en casa? En casa en Navidad y frente a la chimenea, y los niños pasan el rato con juguetes de hojalata. Ésta es la parte más extraña de Londres donde todavía no es una cosa ni otra.

Bajaba por la pendiente del puente, más allá de ese edificio derruido, una oscura figura derecha y un extraño. Venid aquí hasta que os diga. Dónde está el mar profundo y los vientos suaves y húmedos y cálidos, a veces teñidos de sol, con esa absurda paz de desear que todo esté ya dicho y contado. Una noche de invierno oí caballos en una carretera rural, sacando chispas de las piedras. Sabía que huían y que cruzarían los campos, donde el sonido de sus cascos azotaría mis oídos. Y dije están corriendo hacia la muerte y aún les queda alma, y tienes los ojos enloquecidos y enseñan los dientes.

Misericordia divina

para el absurdo

hombre de mazapán.

 

FIN

Nota: 6. Estilo fatigoso pero la historia es muy divertida. Todo un personaje.

donleavyjohnny

 

 

EL HOMBRE DE MAZAPÁN

J. P. Donleavy

Traducción de Marta García Orozco

1ª edición: diciembre de 2008

Edhasa

 

comentarios en el blog Hablando del asunto 

Donleavy en la Wikipedia

The J. P. Donleavy Compedium

Más información en johnnydeppfan.com

Anuncios

Un hombre singular – J. P. Donleavy

31 Lunes Mar 2008

Posted by montsev in General, J. P. Donleavy

≈ Deja un comentario

Etiquetas

J. P. Donleavy, Un hombre singular

[páginas 422-424]

Funerales por
Sally (Dizzy Darling) Tomson
el Veinticuatro de Noviembre
a la una cuarenta y cinco P. M.
A bordo del Sea Shark
Dársena Siete, al pie de Owl Street
Entierro en el Mar

Un empleado con el uniforme verde se inclina para murmurar al oído de George Smith a la una y cuarto P. M. en la silenciosa soledad del Game Club.

-Señor Smith, su coche está aquí, en la puerta principal.

Smith coge el abrigo negro con cuello de marta. Que había estado sobre una silla. Campanitas del reloj antiguo que da la hora. Mira por la ventana los tanques de agua en los tejados y ve otras ventanas oscuras y vacías.

Su fotografía en todos los diarios. Su carrera. Sollozanado y con el cuerpo destrozado antes de morir, el pelo dorado esparcido sobre la carretera. Un abrazo vestido por una manga de jersey verde sobre el pecho. Este sábado dorado de sol. Bajo el infinito cielo azul. Un extraño retenía su puño apretado. Si tenía fuerzas para llorar. Tenía fuerzas para vivir. Un médico joven, con una mano apoyada en el hombro de ella, en la ambulancia, decía que se moría y que no quería morir.

Smith toma el ascensor hasta el vestíbulo principal y sale a la calle. Pasa antes junto a la luz débil del mostrador de recepción, el tablero de mensajes. Un viento helado entra por la puerta giratoria. Una polvareda universal se levanta de las aceras. Herbert esperando al extremo de la marquesina.

El acorazado se aleja despacio dejando atrás los grupos de gente de la hora del almuerzo. Una llamada telefónica me despertó muy temprano esta mañana. El abogado de la señorita Tomson. Podría estar presente en mi propio beneficio. Nuevos edificios de apartamentos crecen como hongos a lo largo del río, para contemplar desde arriba los lentos barcos. Y un día una grúa para demolición destruirá Merry Mansions. Dejará un bonito montón de cascotes y Hugo quedará en el paro.

El final de Owl Street. Una fila de automóviles negros dobla por un portón con barrotes de hierro. La policía mantiene abierto. Brillan los flashes de los fotógrafos. Pasa el féretro cubierto por una coloreada bandera rodeada de flores. En el río un transbordador lleva vagones de ferrocarril. Dos remolcadores tiran de un barco de carga. Y sobre el muelle de madera, los relucientes automóviles marchan en fila india.

Cuatro marineros de azul bajan una cadena amortiguada por fieltro verde. Empujan la palanca de la grúa transportadora sobre el coche fúnebre. El gran féretro de pesado plomo se levanta meciéndose contra el cielo. Se desplaza sobre la proa y con ayuda de varias manos queda en el suelo. Tu vida estaba llena de celebridades. Y un día me dijiste, Smithy, nunca seas como esos hombres que después de haber hecho negociados sin escrúpulos se recuestan en el calor del lujo mendigando el amor en todas partes.

Las costas bajas desaparecen al cabo de una hora y media de navegación. El mar está picado. Se oye vomitar a alguien por encima de la barandilla. Una ráfaga de nieve barre la cubierta. Hay que buscar abrigo en este rincón contra el viento. Claude Grace estaba con la cabeza descubierta entre dos mujeres negras de cierta edad cuando subió a bordo. Se está bastante bien, aquí en el mar. El gusto de sal en los labios. Todos los demás han entrado a tomar un poco de caldo caliente. Y han dejado una sombra a mi lado.

-¡Hola, amigo! ¿Me recuerda? Ralph. Conoció usted a la verdadera Sally. ¡Qué frío hace! Nunca se sabe lo que nos espera. Sale de su casa llena de salud sin saber que tiene los minutos contados. Puede que no sea éste el momento. Pero circula un rumor. Le dejó dinero en su testamento. ¿O es un error? ¿O qué? No quiero ofenderle. Una chica guapa como ella. Sólo las piernas. Parece que ella se había acostado con tantos hombres diferentes como años de edad tenía. ¿Usted quiere saber cuántos años tenía?

Pasa un gran trasatlántico blanco y los pasajeros se ven muy pequeños cuando saludan desde la cubierta. En esta latitud y longitud de océano verde-azul. La cosa más sorprendente de todas es que la señorita Tomson perteneció a las fuerzas armadas. Tal vez esté saludando allí dentro sobre el raso con uno de sus brazos largos y torneados. Y yo tengo una plegaria breve y sencilla ya que tú también tenías religión. Desde la popa de babor de éste barco. Mira el horizonte de finos dedos blancos, con resplandor de rayos de sol rojo y oro. Aquellas eran las cimas de las torres donde tú viviste. Sal de debajo de esa bandera y deslízate al encuentro de los peces, delfines, ballenas, con espacio para bostezar y para desperezarte. Da la orden de que disparen los rifles. Ruido de algo al caer en las olas. Deja burbujas y flores. Pero tal vez te haga feliz saber que las focas cantan en la noche. Saltan a la superficie del agua con sus grandes ojos tristes.

Buenas noticias
en el dulce
porvenir.

FIN

Nota: 5. Cansino.
jpdonleavy.jpg
Un hombre singular
J. P. Donleavy

Edhasa, 1989

Traducción de Lucrecia Moreno de Sáenz

Blogroll

  • James Agee web
  • John Cheever Blog
  • mi tumblr

Calendario

abril 2018
L M X J V S D
« Dic    
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30  

Autores

  • Alan Bennett (1)
  • Alan Moore (1)
  • Alberto Olmos (1)
  • Alejandro Dumas (1)
  • Alice Munro (3)
  • Alison Bechdel (1)
  • Alonso de Contreras (1)
  • André Maurois (1)
  • Andrés Ibáñez (1)
  • Andrei Tarkovsky (2)
  • Anne Brontë (1)
  • Anthony Burguess (1)
  • Benjamin Black (2)
  • Bill Bryson (1)
  • Bohumil Hrabal (1)
  • Bret Harte (1)
  • C. S. Lewis (1)
  • Carlos Marzal (1)
  • Cees Nooteboom (1)
  • Charles Baxter (1)
  • Charles Darwin (1)
  • Christina Rossetti (1)
  • Chuck Palahniuk (3)
  • Daniel Handler (1)
  • David Foster Wallace (3)
  • David Hockney (1)
  • Dino Buzzati (1)
  • Donald Spoto (1)
  • Dorothy L. Sayers (1)
  • Dylan Thomas (1)
  • E. L. Doctorow (1)
  • Edith Sitwell (1)
  • Edmund Wilson (1)
  • Ellen Glasgow (1)
  • Ellery Queen (1)
  • Emily Brontë (1)
  • Emmanuel Carrère (1)
  • Enric González (2)
  • Enrique Vila Matas (1)
  • Erich von Stroheim (1)
  • Evelyn Waugh (1)
  • F. Scott Fitzgerald (1)
  • Ford Madox Ford (1)
  • Frank Miller (1)
  • Fred Vargas (2)
  • Gay Talese (1)
  • General (78)
  • Geoffrey Regan (1)
  • Gerald Durrell (1)
  • Granta (1)
  • H. P. Lovecraft (1)
  • Haruki Murakami (1)
  • Heinrich von Kleist (1)
  • Henry Green (1)
  • Henry James (6)
  • Horace McCoy (1)
  • Ian McEwan (2)
  • Irène Némirovsky (2)
  • J. G. Ballard (2)
  • J. P. Donleavy (2)
  • Jake Arnott (2)
  • James Ellroy (3)
  • James Joyce (1)
  • Jan Morris (1)
  • Jan Potocki (1)
  • Jane Austen (3)
  • Javier Rodríguez Marcos (1)
  • Jeffrey Eugenides (1)
  • Jens Lapidus (1)
  • Jim Thompson (1)
  • John Banville (1)
  • John F. Moffitt (1)
  • John Fante (1)
  • Jorge Ibargüengoitia (1)
  • Joseph Wambaugh (3)
  • Joyce Johnson (1)
  • Juan Benet (1)
  • Julian Barnes (1)
  • Julien Green (1)
  • Julieta desnuda (1)
  • Katherine Anne Porter (1)
  • Kyril Bonfiglioli (1)
  • Louis Auchincloss (1)
  • Louis Welsh (1)
  • Manuel Chaves Nogales (2)
  • Marcel Proust (1)
  • Mario Vargas Llosa (1)
  • Martin Amis (1)
  • Michael Chabon (1)
  • Michael Chion (1)
  • Michael Hanlon (1)
  • Nancy Mitford (1)
  • Natsuo Kirino (1)
  • Neil Bartlett (1)
  • Nell Kimball (1)
  • Oliver Sacks (1)
  • P D James (1)
  • Peter Viertel (1)
  • Petros Márkaris (2)
  • Philip Larkin (2)
  • Philip Roth (11)
  • Platón (1)
  • Rebeca West (1)
  • Ricardo Menéndez Salmón (1)
  • Richard Ford (1)
  • Richard Yates (1)
  • Robert Graves (1)
  • Robert Kunzig (1)
  • Robertson Davies (1)
  • Rubén Figaredo (1)
  • Sir Steven Runciman (1)
  • Stanislaw Lem (1)
  • Stark (1)
  • Stephen Jay Gould (1)
  • Stephen Spender (1)
  • Stieg Larsson (1)
  • Sven Regener (1)
  • Thomas De Quincey (1)
  • Vernon Lee (1)
  • Wallace Stegner (1)
  • Wilkie Collins (1)
  • William Boyd (1)
  • William Faulkner (1)
  • Woolf Haas (1)

Archivos

Enter your email address to subscribe to this blog and receive notifications of new posts by email.

Únete a otros 21 seguidores

Actualizaciones de Twitter

Error: Twitter no responde. Por favor, espera unos minutos y actualiza esta página.

Anuncios

Blog de WordPress.com.

Cancelar