[páginas 592-593]
El conocimiento y el asombro son la díada de nuestras notables vidas como seres intelectuales. El Voyager hizo maravillas para nuestro conocimiento, pero también se portó magníficamente bien al servicio del asombro; y los dos elementos son complementarios, no independientes u opuestos. Sólo de pensarlo me infunde respeto: un artefacto mecánico que cabría en la caja de una furgoneta, viajando por el espacio durante doce años, regateando alrededor de cuatro cuerpos gigantescos y de sus lunas asociadas, y finalmente enviando fotografías exquisitas a través de más de cuatro horas de luz de espacio desde el planeta más alejado de nuestro sistema solar. (Plutón, aunque por lo general se encuentra más allá de Neptuno, sigue una órbita muy excéntrica alrededor del sol. Ahora está, y seguirá estando hasta 1999, en la órbita de Neptuno y no volverá a recuperar su categoría de planeta más externo hasta el milenio. El punto puede parecer un poco forzado, pero los símbolos son importantes y Neptuno se halla ahora más distante. Los momentos y las individualidades cuentan.)
Las fotografías me llenan de alegría por su feroz belleza. Ver la luna más distante con la claridad detallada de un objeto fotografiado a diez pasos palpables; el remolino abstracto de colores en la gran mancha de Júpiter; la luminosidad y el orden de los anillos de Saturno; el gigantesco cráter ondulado de Calisto, las grietas de Ganimedes, las cuencas de azufre de Io, los cráteres de Mimas, los volcanes de Tritón. Cuando el Voyager rebasó Neptuno, sus programadores hicieron una cortés y adecuada reverencia a la estética y tomaron la fotografía más espléndida de todas, sólo por su belleza: una fotografía de Neptuno como un gran creciente, con Tritón como un pequeño creciente a su lado. Dos cuernos, orgullosamente independientes pero conectados en un sistema común. Los futuros publicistas y editores de carteles pueden transformar este objeto exquisito en un cliché comercial, pero dejemos que por ahora sea un símbolo de la fusión del conocimiento y del asombro.
El Voyager también nos ha servido adecuadamente en lo que se refiere a alusiones literarias. Miranda es verdaderamente el «mundo nuevo y magnífico» de su frase más famosa. Y Tritón conjura toda la gloria y el significado de su referencia más célebre. Puede que el lector lo haya olvidado, pues la memorización forzada era una rutina, pero «The world is too much with us» sigue siendo un gran poema (que confío que los maestros sigan asignando). Nadie ha superado nunca a Wordsworth en la descripción de la maravilla de los entusiasmos infantiles, una maravilla que hemos de procurar mantener a través de la disminución del esplendor en la hierba y de la gloria en la flor que hace la vida, porque nos perderemos para toda la eternidad cuando esta luz se apague. De modo que hay que conocer a Tritón en su forma planetaria, pero también debe recordarse como una invoacación de Wordsworth al asombro perpetuo:
…¡Gran Dios! Preferiría ser
Un pagano amamantado en un credo desgastado;
Así podría, de pie en este placentero prado,
Tener vislumbres que me harían menos infeliz;
Podría ver a Proteo surgir del mar;
U oír al viejo Tritón soplar su cuerno retorcido. (ver poema completo)
FIN
Nota: 10-2=8 (por los localismos)
«Brontosaurus» y la nalga del ministro. Reflexiones sobre historia natural.
Stephen Jay Gould
Introducción de José Manuel Sánchez ron
Traducción de Joandomènec Ros
Círculo de Lectores
POEMA COMPLETO
The world is too much with us; late and soon,
Getting and spending, we lay waste our powers;
Little we see in Nature that is ours;
We have given our hearts away, a sordid boon!
This Sea that bares her bosom to the moon,
The winds that will be howling at all hours,
And are up-gathered now like sleeping flowers,
For this, for everything, we are out of tune;
It moves us not.–Great God! I’d rather be
A Pagan suckled in a creed outworn;
So might I, standing on this pleasant lea,
Have glimpses that would make me less forlorn;
Have sight of Proteus rising from the sea;
Or hear old Triton blow his wreathed horn.
ÍNDICE
Introducción por José Manuel Sánchez Ron
Prólogo
Historia en evolución
1. La nalga izquierda de George Canning y el origen de las especies
2. El mayor cuento de Grimm
3. Los mitos creacionistas de Cooperstown
4. El pulgar del panda de la tecnología
Dinomanía
5. Bravo por Brontosaurus!
6. La estafa de los dinosaurios
Adaptación
7. Sobre los huevos del kiwi y la Campana de la Libertad
8. Pezones masculinos y ondas clitorídeas
9. No necesariamente un ala
Modas y falacias
10. El caso del clon
11. La pequeña chanza de la vida
12. La cadena de la razón frente a la cadena de pulgares
Arte y ciencia
13. Madame Jeanette
14. Alas rojas en el ocaso
15. El ángulo de Petrus Camper
16. Prejuicio literario en la ladera resbaladiza
Antípodas
17. Luce, gran luciérnaga
18. Ser un ornitorrinco
19. El regalo de Bligh
20. Ahí va nada
Biografía intelectual
21. En un cajón desordenado
22. Kropotkin no era ningún chiflado
23. Fleeming Jenkin, revisado
24. La pasión de Antoine Lavoisier
25. El padrino del desastre
Evolución y creación
26. ¿El caballo se come al alfil?
27. Génesis y geología
28. La última campaña de William Jennings Bryan
29. Ensayo sobre un asado de cerdo
30. La equivocación del juez Scalia
Números y probabilidad
31. La racha de las rachas
32. La mediana no es el mensaje
33. La hormiga y la planta
Planetas como personas
Prólogo
34. La cara de Miranda
35. El cuerno de Tritón
Bibliografía
Índice alfabético
La Rheobatrachus silus y el acto de parir por la boca en el blog Cambio Radical