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[páginas 271-274]
Andrew Liddle, físico británico, es uno de los principales pensadores de la cosmología. Afirma que las “grandes” preguntas se pueden dividir en tres categorías. En la categoría A se incluirían aquellas sobre las que nadie tiene ni la mínima idea de cuál es la respuesta ni el modo de encontrar una. La categoría B comprende las preguntas sobre las que “hay algunas ideas teóricas sobre cuál podría ser una respuesta, pero no pruebas observables o esperanza realista de obtener cualquier tipo de evidencia”. Y, finalmente, la categoría C: “hay algunas ideas sobre las que podría haber respuesta”, y alguna esperanza de encontrar evidencia de observación a favor o en contra de cualquier idea propuesta”.
“Una de las respuestas a la pregunta de la existencia -asegura Liddle-, es el principio antrópico.” En esencia, el principio antrópico afirma que las cosas tienen que ser del modo en que son, porque si no lo fueran no estaríamos aquí para observarlas y hacer preguntas sobre ellas. “El hecho de que estemos aquí para formular preguntas y hacer observaciones implica necesariamente que las cosas deben existir. Desde este punto de vista, habría sido perfectamente posible que nada hubiera existido, pero es simplemente imposible que nadie se formule esta pregunta a menos que las cosas realmente existan.”
La mayoría de las “grandes preguntas” sobre cosmología y realidad, se inmiscuyen o no en el reino de la metafísica, se pueden incluir en una de las tres categorías de Liddle. Si consideramos la posible arbitrariedad de las leyes físicas, uno de los grandes problemas de la ciencia, ¿deben ser las leyes físicas como son?
“Comúnmente se cree que existe cierta arbitrariedad con respecto a las leyes de la naturaleza que observamos -dice Liddle-. Por ejemplo, no hay ninguna razín por la que la gravedad no deba tener la intensidad que tiene.” Es posible que parte de esta arbitrariedad se deba a que las leyes de la física no sean inmutables y universales. La constante gravitatoria pudo haber tenido un valor distinto al actual hace miles de millones de años, por ejemplo. Nuestro universo visible está limitado en tamaño a la distancia que la luz ha podido recorrer desde el Big Bang.
Algunos cosmólogos creen que las leyes físicas varían en el Universo a gran escala. A la distancia de un número googol* de años luz (mucho más allá que nuestro horizonte observable), la velocidad de la luz puede ser diferente. Los actuales candidatos favoritos para la Teoría del Todo son la teoría de las cuerdas y otra teoría similar y actualizada, la teoría M. En algunas interpretaciones de la teoría de cuerdas se predice que las leyes físicas serán diferentes en lugares diferentes en espacio y tiempo. Pero puede que las leyes no sean suficientes. Si se rasca un poco más en la realidad nos vemos forzados a enfrentarnos a la pregunta sobre qué es lo que sustenta las leyes.
En efecto, ¿hay alguna lógica subyacente más profunda? Una posibilidad es que nos equivoquemos al suponer que hay un orden y no caos en el fondo de toda esta cuestión. Los humanos parecen poseer una necesidad innata de imponer orden matemático, simetría y relaciones de causa y efecto en un mundo natural que a menudo puede que no funciona de ese modo. La pregunta de la lógica subyacente puede clasificarse en algún lugar entre las categorías B y C de Andrew Liddle. La teoría de las supercuerdas se considera un buen candidato para una teoría última de todo, desde la que se puedan deducir todas las leyes físicas. Incluso se puede considerar la “lógica subyacente” a todas estas leyes.
Lo cierto es que no estamos mucho más cerca de lo que lo estaban los antiguos griegos de responder a la pregunta sobre por qué hay algo ahí fuera. La pregunta todavía se incluye con toda seguridad, como asegura Andrew Liddle, en la categoría A: “Nadie tiene ni la más mínima idea de cuál es la respuesta ni el modo de encontrar una”.
El enorme número de luces que observamos en un claro cielo nocturno es suficientemente impresionante; el hecho de saber que todas esas luces efímeras no son sólo una mínima fracción de todas las estrellas que existen allá a lo lejos, sino que la suma de todas las estrellas juntas constituye posiblemente una pequeña parte de lo que es, nos debe hacer sentir tremendamente humildes. La pregunta sobre la realidad y su significado la han planteado filósofos y teólogos durante siglos. Ahora el testigo lo ha tomado la ciencia. Falta por ver si los experimentos y la observación acabarán por iluminarnos más que el elegante razonamiento de la Antigüedad.
FIN
Nota: 8. Preguntas sin respuestas.
DIEZ PREGUNTAS. UNA GUÍA PARA LA PERPLEJIDAD CIENTÍFICA
Michael Hanlon
Traducción de Isael Febrián y Cristina García
Paidós Contextos, 2007
SUMARIO
Agradecimientos
Introducción
1. Es Fido realmente un zombi?
2. ¿Por qué es el tiempo tan extraño?
3. ¿Puedo vivir eternamente, por favor?
4. ¿Qué vamos a hacer con los necios?
5. ¿Qué es el lado oscuro?
6. ¿Está vivo el Universo?
7. ¿Somos la misma persona que éramos hace un minuto?
8. ¿Por qué estamos todos tan gordos… e importa realmente?
9. ¿Podemos estar completamente seguros de que lo paranormal es una bobada?
10. ¿Qué es realmente la realidad?